martes, 16 de febrero de 2010

Por muy eterna que sea Roma, las manecillas del reloj no se detienen


El nacimiento y muerte del sol, el movimiento de las cosas, el pasar de las horas... Son cosas que siempre suceden: el tiempo se nos escapa de las manos. El periodo de exámenes terminó hace apenas una semana y, sin darnos cuenta, la mitad de un año se ha ido. ¡Qué fenómeno! Entre un abrir y cerrar de ojos, la historia se escribe. A estas alturas, algunos ya sólo piensan en regresar a casa; sin lugar a dudas, algo bien merecido. Otros, no resisten la emoción pensando en la primera experiencia pastoral que tendrán en un país del primer mundo, cuando el verano se haga presente. Pero avancemos despacio.

Gracias a la capacidad que tenemos de almacenar información en nuestra mente y sentimientos en el corazón, podemos echar rápidamente un vistazo a los primeros días del año 2010 ya transcurrido y darnos cuenta de la capacidad inmensa que tenemos los humanos, pues somos capaces de transformar lo ridículo en bello y la tristeza en alegría. El domingo 16 de febrero en un lugar llamado Anguilara, quedó ratificado. En familia, con platillos deliciosos – que lo sepa el mundo: ¡las pupusas! – y con música en vivo, el día se fue rápidamente y de nuevo pudimos percatarnos de que el tiempo no suele detenerse, corre de prisa y no vuelve.

Es cierto que las personas que saben administrar muy bien de sus bienes y riquezas son de alabar. Pero más honor merecen aquellas personas que saben hacer buen uso de cada instante de su tiempo. Cada segundo que marca el reloj que siempre traes en tu muñeca izquierda, son segundos menos en las horas de tu vida. Es un hecho. Por eso, vivamos el momento actual con la vaga memoria del pasado y con la luz tenue de la esperanza para el futuro.

Así fue, las vacaciones de fin de año, los exámenes, las alegrías domingueras, todo pasó del mismo modo que llegó. Ahora a la vida cotidiana, a la rutina diaria que nos envuelve entre tristezas y alegrías. Mas, como dice el refrán popular: y lo bailado ¿quién me lo quita? Recordamos la universidad, las desveladas a causa del estudio, las reuniones con los amigos, el pedazo de pizza después de una jornada dura. Son tantos los acontecimientos que nos circundan, que si de todo reflexionáramos, nos negaríamos a vivir experiencias nuevas. Es como si cada mes del año tuviera sus esperanzas y sus aconteceres únicos e irrepetibles.

La gente mayor dice que la juventud es la época de la locura y de la imprudencia. Que los sueños juveniles son como las nubes que adornan el cielo, pues se forman con rapidez, se ven hermosas en la lejanía, pero pronto se esfuman con una lluvia que provoca desastres. Sin embargo, un joven sin sueños es semejante a un adulto sin experiencia o a un anciano sin sabiduría. Por eso, no tengamos miedo de soñar, porque “sólo quien desea lo imposible acaba realizando lo que es posible a los limitados mortales”.


sábado, 13 de febrero de 2010

PRIMER ANIVERSARIO

Hoy 14 de febrero, es el primer aniversario de la toma de posesión de Monseñor José Luis Escobar como Arzobispo Metropolitano de la Arquidiócesis de San Salvador. Algunos hemos tenido la oportunidad de saludarlo como nuestro nuevo arzobispo. Nos hemos encontrado con él, hemos tenido juntos la celebración de la Santa Misa, y le hemos acompañado con nuestra oración.

Renovamos nuestros mejores deseos en su ardua labor pastoral. Y por supuesto, seguimos rezando por sus intenciones.

Hoy 14 de febrero es también el día de la amistad. Tenemos toda una vida para descubrir y ser amigos según el ideal cristiano, una tarea nada fácil. Gracias a Dios por nuestra amistad.