A propósito del Día de la Cruz. “Un cohete de varita anuncio al pueblo que nuestro altar ya estaba listo. Otro cohete respondió en la casa vecina, y otros en la siguiente y en la que esta mas lejos…” así lo cuenta Claudia Lars, en el pequeño libro Tierra de Infancia, recreando con su imaginación cómo se vivía, cuando era niña, la preparación del día de la Cruz.
“…casi todas las familias de nuestra aldea celebraban cristiana y paganamente el día de la Cruz. Como nadie deseaba que en su patio bailara el diablo –por haber olvidado la construcción del altar de frutas- todos se esmeraban en hacerlo con gracia y amor…”
“… hasta el día tres, es decir, hasta ‘el propio día grande’, se podía comer las golosinas de la ofrenda; pero antes de probarlas era obligatorio adorar el sagrado símbolo. Hombres y mujeres, niños y adultos, ricos y pobres, pasaban de una casa a otra en bulliciosos grupos. En cada retablo adoraban con reverencia…”
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